Set

En el panteón de dioses egipcios, pocos son tan complejos y multifacéticos como Set, también conocido como Seth, Sutekh o Setesh. Figura prominente en las mitologías del Antiguo Egipto, Set es el dios de la tormenta, el desierto y el caos; un ser de poder inmenso y naturaleza contradictoria. Su historia está tejida de mitos y leyendas que lo pintan tanto como protector como destructor, un dios venerado y temido a partes iguales. En este recorrido por la vida y el simbolismo de Set, descubriremos los matices de su carácter y su impacto en la cultura que lo adoró y lo vilipendió.

La figura de Set emerge desde los relatos más antiguos de la mitología egipcia. Hijo de Geb, el dios de la Tierra, y Nut, la diosa del cielo, Set era hermano de Osiris, Isis y Nephthys. Desde su nacimiento, Set fue asociado con fuerzas oscuras y poderosas. Se decía que al nacer, emergió violentamente del vientre de su madre, indicando su naturaleza disruptiva y su asociación con la violencia.

En el relato de su origen, Set también era representado como el dios de las tierras áridas, lo que lo oponía a su hermano Osiris, quien estaba asociado con la fertilidad y la vegetación. Este contraste marcó el principio de una enemistad que definiría gran parte del mito de Set, culminando en el famoso episodio del asesinato de Osiris y la subsiguiente venganza de Horus, hijo de Osiris.

La figura de Set no siempre fue negativa. En ciertas épocas y regiones, fue venerado como protector de Ra, el dios sol, durante su viaje nocturno a través del inframundo, luchando contra la serpiente Apofis. Esta dualidad en su carácter refleja la complejidad de su papel en la mitología egipcia, siendo tanto destructor como salvador.

Uno de los mitos más conocidos en los que Set es protagonista es el asesinato de su hermano Osiris. Consumido por la envidia y la ambición, Set ideó un plan para deshacerse de Osiris y tomar el trono de Egipto para sí mismo. Este acto de fratricidio es emblemático de su naturaleza caótica y su disposición a la violencia.

Set engañó a Osiris para que se acostara en un ataúd que luego selló y arrojó al Nilo. Tras encontrar y desmembrar el cuerpo de Osiris, Set dispersó los pedazos por todo Egipto. Isis, la hermana-esposa de Osiris, recolectó los fragmentos y, con la ayuda de Anubis, lo resucitó lo suficiente como para concebir a Horus. La lucha entre Horus y Set simboliza la eterna batalla entre el orden y el caos, un tema recurrente en muchas culturas.

El mito culmina con el juicio de los dioses, en el que Horus es declarado legítimo heredero del trono y Set es castigado, pero no aniquilado, reflejando la aceptación de que incluso el caos tiene un lugar en el equilibrio del universo.

La relación de los antiguos egipcios con Set fue ambivalente. En algunas dinastías, fue adorado como un dios importante y se le dedicaron templos, como el de la ciudad de Ombos. En estas regiones, Set era considerado un dios guerrero, protector de las fronteras y patrón de los soldados.

Con el tiempo, especialmente después de la asociación de Set con el asesinato de Osiris, su imagen comenzó a oscurecerse. Se convirtió en una figura maligna, representante del caos y la destrucción, y fue demonizado en gran medida. El culto a Set disminuyó y fue reemplazado por el de Horus y otros dioses más benevolentes.

Esta demonización fue tan extrema que, en algunos períodos, las representaciones e inscripciones relacionadas con Set fueron destruidas o modificadas. Sin embargo, a pesar de su caída en desgracia, la figura de Set se mantuvo en el imaginario colectivo como un recordatorio del lado oscuro y caótico de la naturaleza y la humanidad.

La representación de Set en el arte egipcio es tan única como su mitología. A menudo se le muestra con un cuerpo de hombre y la cabeza de un animal no identificado, conocido como el Set animal. Este ser mítico tiene un hocico largo y orejas rectas con una punta curvada, posiblemente representando a un animal del desierto, lo cual subraya su conexión con las tierras áridas y estériles.

En términos de simbolismo, Set representa el aspecto necesario del caos en el universo. A través de su lucha con Horus, ilustra la tensión entre el orden y el desorden, un equilibrio fundamental para la creación y la destrucción. Esta dualidad es central en muchas mitologías y filosofías, destacando la importancia de la armonía entre opuestos.

Set también simbolizó el cambio y la transformación, a menudo de manera violenta. Esta capacidad para impulsar el cambio fue visto tanto positiva como negativamente, reflejando el poder destructor y regenerador que Set encarnaba en la mitología egipcia.

Aunque los tiempos antiguos pasaron hace mucho, la figura de Set sigue resonando en la cultura contemporánea. Aparece en novelas, series de televisión, películas y juegos de rol, a menudo como un antagonista o una representación del mal. Esta persistencia refleja la fascinación duradera con su carácter complejo y multifacético.

En la literatura moderna y la cultura popular, Set a menudo es reinterpretado, a veces como un ser vil y malévolo, y otras veces como un personaje más matizado y complejo, reflejando las diferentes facetas que mostraba en la antigüedad. Su nombre es invocado en historias que exploran temas de ambición, poder, traición y redención.

El legado de Set y su mitología también se percibe en las discusiones académicas y espirituales, donde su simbolismo se utiliza para explorar conceptos psicológicos y filosóficos del ego, el inconsciente y la naturaleza humana. Set sigue siendo una figura poderosa que despierta curiosidad y reflexión sobre la naturaleza dual de la existencia.